Comunicación- Reeducación del cerebro inconsciente
"El propósito de la educación en el futuro no será la creación de la gente con la cabeza repleta de conocimientos, sino educar a los niños que saben cómo utilizar de manera eficiente todo el cerebro. “
Makoto Shichida
La verdadera comunicación no comienza hablando sino escuchando. La principal condición del buen comunicador es saber escuchar.»
Mario Kaplún
Antes de ser un buen profesional, uno debe ser una buena persona.
#Marzo
#MesdelaMujer
¿De qué hablamos cuando hablamos de violencia y crianza?
#Tratobien
Educar a los niños, niñas y adolescentes para que se autocontrolen y comporten adecuadamente es una parte integral de la disciplina en todas las culturas. Cuando madres y padres ponen límites a sus hijos e hijas, buscan fundamentalmente que dejen de hacer algo que consideran que no está bien o aprendan a hacer algo. Independientemente de cómo lo hagan, la mayoría de las personas adultas tienen la intención de educar a los niños, niñas y adolescentes a su cuidado.
LOS NIÑOS PUEDEN SUFRIR DISTINTAS FORMAS DE MALTRATO, PERO CUANDO SE TRATA DE DISCIPLINARLOS LAS DOS FORMAS QUE APARECEN SON EL MALTRATO PSICOLÓGICO O FÍSICO.Sin embargo, a pesar de las buenas intenciones de las madres y los padres, con demasiada frecuencia los métodos para disciplinar se basan en el uso de la fuerza física o la intimidación verbal. En muchos casos no es una decisión meditada, sino simplemente la consecuencia del desborde de los adultos por situaciones personales, junto a la falta de conocimiento de métodos para disciplinar que no utilicen la violencia. Cualquier adulto podría transformarse en una madre o padre violento si no encuentra formas de contener sus propias emociones de agresividad y si desconoce o invalida otras prácticas alternativas de crianza sin violencia.
Algunas madres y padres reproducen el modelo de disciplina que vivieron de niños, ya que son las pautas o patrones de conducta que aprendieron y desconocen cómo relacionarse de un modo diferente con sus hijos e hijas. Por otro lado, nuestro contexto cultural valida el pegar o insultar a los hijos e hijas como modelo de crianza. Expresiones como “una buena paliza a tiempo previene un mal mayor”, “a mí me lo hicieron y no me pasó nada” nos muestran el nivel de desconocimiento sobre las consecuencias físicas, psicológicas y sociales de la violencia en la vida de los niños y niñas. De esta manera, la violencia se normaliza y se coloca en un lugar invisible.
» El maltrato psicológico es cualquier actitud que provoque en el niño o la niña sentimientos de descalificación o humillación, incluye la agresión verbal, amenazas, intimidación, denigración, ridiculización, hacer sentir culpa, o manipulación para controlar a los niños, niñas y adolescentes.
» El maltrato físico, también conocido como castigo corporal, se refiere a cualquier castigo que incluya el uso de la fuerza física con la intención de causar cierto grado de dolor o malestar, por leve que sea; por ejemplo, pegar a los niños, ya sea con la mano o con algún objeto.
Los adultos a veces caen en el uso de estos métodos porque carecen de mejores herramientas y porque descubren que es más fácil que el niño haga caso si teme a la violencia. Pero eso no es educar: es amedrentar o doblegar. La violencia física o psicológica no enseña a portarse bien, sino a evitar el castigo. Por ese camino, los niños solo aprenden qué es lo que tienen que hacer para no enojar al castigador, pero no maduran emocionalmente.
Si a los niños les ponemos límites de forma no violenta, si les enseñamos a pensar y actuar, fortalecemos su capacidad de auto-regularse y no por imposición ni miedo.